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Rocky sigue entrenando en Filadelfia

¿Quién no ha visto nunca la película de Rocky?

El cine como siempre perpetúa imágenes que permanecerán por siempre en el imaginario colectivo de todos los amantes de séptimo arte. Una secuencia o una simple escena, y si es acompañada de un hilo musical mucho mejor, queda interiorizada de tal manera que, al final, puede producirse una repercusión mucho mayor, alcanzando a otros ámbitos y convirtiéndose en parte de algo más grande, que trasciende de los límites de lo que meramente se conoce como industria del cine.

Una de las películas más taquilleras y que más huella han dejado –traspasando esta barrera que comentábamos- fue Rocky – y todas las secuelas que la siguieron-. Y con ella, esa inolvidable escena del joven boxeador entrenando, bajo los acordes del ‘Gonna Fly Now’, subiendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia, lugar ya convertido en uno de los atractivos turísticos más importantes de la ciudad.

Y es que esa imagen del joven Sylvester Stallone, casi considerada ya el símbolo de cualquier deportista que lucha por su sueño, causó un gran furor en Filadelfia, ciudad en la que además se ambientó la película. Tal revuelo llegó a los oídos del propio Stallone, que decidió encargar a A. Thomas Schomberg una estatua de bronce de él mismo, o mejor dicho, del personaje Rocky. Finalmente, se crearon dos estatuas: una para venderla por la página de Internet eBay y otra para colocarla en lo alto de los escalones del Museo de Arte de la ciudad, como si se tratara del verdadero Rocky.

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Dicho y hecho. En la película Rocky III ya apareció la estatua de Rocky, aunque tras la grabación del film ésta fue retirada y trasladada frente al Wachovia Spectrum. Y es que entonces se originó un debate acerca de la colocación de la estatua en ese espacio público, considerada por los más conservadores como no merecedora de ocupar un lugar tan predilecto, junto al museo, siendo únicamente, además, la reproducción de un personaje de cine. Este, a mi parecer, estúpido debate no desencadenó absolutamente en nada, pues volvió a ser instalada en el mismo sitio para la grabación de Rocky V, aunque de nuevo trasladada a otro lugar. Por fin, en 2006, y después de que se recogieran miles de firmas de visitantes y residentes en Filadelfia, la estatua de Rocky volvió a posar junto a las escalinatas del museo.

En la actualidad las escalinatas son conocidas como las Rocky Steps (los escalones de Rocky) y pocos no se atreven a simular al boxeador mientras subía, empapado de sudor, por unas de las escaleras más famosas de la historia cine. Así, se visite o no el museo de arte, la estatua de Rocky es parada obligatoria del turista en Filadelfia, y es que por fin, y según opinan los filadelfianos, la estatua está de donde nunca se tendría que haber retirado.

Fotografía de Wikipedia

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