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Recorriendo la Costa de los esclavos en África

El continente africano está conformado por países que, salvando las distancias, guardan una historia muchas veces cruel –por no decir la mayoría- pero a la vez, una riqueza cultural que dignifica un territorio enormemente castigado por las potencias económicas dominantes. Y no debemos irnos muy lejos para hablar de una de las más importantes lacras de la edad contemporánea, la de la esclavitud. Es precisamente esta histórica circunstancia la que define una de las áreas más recónditas de África, un litoral cargado de historias, injusticia y despedidas, las de unos hombres que eran robados para servir –obligatoriamente- a terratenientes sin escrúpulos.

Como ocurre con otros muchos lugares del planeta, aquellos que concentran historias humanas y reales llaman más la atención a un tipo de público interesado en descubrir un destino más allá de sus ‘resorts’. Y aunque en África cada vez son más frecuentes los complejos hoteleros de lujo, uno de los puntos que más interés genera es la llamada Costa de los esclavos, o como es oficialmente conocido, el Golfo de Guinea.

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Se extiende entre las desembocaduras de los ríos Níger y Volta, abarcando el territorio de Ghana, Benín, Togo y Nigeria. La expresión de la Costa de los esclavos era usada entre los siglos XVII y XIX, pero todavía sigue utilizándose como una de las principales atracciones turísticas del África occidental. Aunque poco turística –excepto por la presencia de resorts que empiezan a brotar en sus interminables playas- la Costa de los esclavos representa una huella imborrable de una de las mayores injusticias cometidas a lo largo de los siglos.

Hasta la abolición de la esclavitud en Europa –en el siglo XIX-, la Costa de los esclavos era un punto neurálgico del tráfico de personas. Éstas eran capturadas por jefes africanos para ser llevadas al mercado de esclavos de la costa, donde los traficantes ingleses y holandeses (sobre todo) conseguían a sus presas con muy pocos esfuerzos.

A lo largo de la Costa de los esclavos predominan los paisajes virginales, donde unas costas salvajes siguen constituyendo el principal medio a través del que muchos pescadores se ganan, como pueden, la vida a diario. Desde Cotonú, la capital de Benín, hasta Accra, con sus populosas playas donde se celebran conciertos de ‘reggae’, pasando por Grand Popo, un antiguo pueblo de pescadores hoy convertido en unos los principales destinos turísticos del Golfo de Guinea. Del silencio al alboroto en un recorrido por el que se descubre una de las realidades que más han marcado el pasado del continente. Como punto final, la denominada Puerta de no retorno, donde descansan múltiples ramos de flores en recuerdo a todos los esclavos que dejaron su país para no regresar jamás.

Fotografía de Flickr

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