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El monumento al sulero en Santoña

Una escultura en honor a la pesca y al mar

Una de las villas más pintorescas de Cantabria es Santoña, conocida por sus marismas que, junto con las de Victoria y Joyel, forman un parque natural donde las aves migratorias encuentran un lugar de paso hacia tierras más cálidas. De hecho, la relación que a lo largo de la historia ha mantenido Santoña con el mar ha sido muy fructífera: envuelta casi completamente por el mar Cantábrico, desde finales del siglo XIX la pesca y las empresas conserveras empezaron a instaurarse en Santoña, siendo aún hoy la comercialización de productos del mar uno de los mayores impulsores de la economía de la localidad.

El mar, siempre presente en esta villa cántabra, ha aportado, pues, mucho a la localidad. La industria de las conservas de Santoña, una de las más importantes de España, sin duda, debe mucho al mar. Pero también el turismo que se desplaza hasta la zona, cautivado por ese mar azul y por ese atractivo inherente de todos y cada uno de los pueblos de la comunidad.

Santoña 345x460 El monumento al sulero en Santoña

Ese vínculo con el mar puede observarse en muchos puntos de Santoña, aunque hoy nos detenemos en un monumento especialmente relacionado con el oficio de la pesca y todas esas personas que lo ejercen. Es el monumento al sulero, una escultura en honor al pescador de sulas, un pescado de color plateado, pequeño y generalmente de no muy buena calidad.

Este pescador de sulas, al parecer, era una figura tradicional de Santoña que llevaba a cabo su actividad desde los muelles del puerto. Humilde pero prospera, su profesión se quiso conmemorar con el emplazamiento de esta escultura, un monumento realizado en bronce por el artista cántabro José Cobo Calderón, también conocido por el famoso monumento a los raqueros de Santander.

En el momento de ser inaugurada, la misma alcaldesa remarcó la intención de convertir el monumento al sulero en uno de los atractivos más preciados de Santoña. Obviamente, y como decimos en estos casos, la escultura no es de tan incalculable valor como para tener que visitar Santoña únicamente para verla. No obstante, se trata de un retrato más de la historia y, en cierta manera, presente de la villa, una localidad que desde luego sí merece la pena visitar y conocer.

Fotografía de Wikipedia

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