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La Torre de Pisa, una historia de chapuzas y apaños

Cuando las chapuzas salen bien

Paradójicamente, a veces las chapuzas son la causa del éxito. Uno de los casos más famosos de la historia es la Torre de Pisa: si no estuviera inclinada sería bonita, vale, pero no habría tenido la fama que ahora tiene. Curiosamente, la historia de una de las torres más famosas del mundo es una chapuza tras otra. Y lo más curioso del caso es que ya mientras se construía se veía que la cosa no iba del todo bien, pero siguió adelante.

Torre de Pisa 345x460 La Torre de Pisa, una historia de chapuzas y apañosLa llamada Torre de Pisa es de hecho el campanario de la catedral, situada al lado. En el siglo XII, una época en la que las ciudades-estado italianas medían su poder por la suntuosidad de sus catedrales, Pisa quiso destacarse con un campanario de aspecto peculiar, inspirado en las obras de la Antigüedad (como el Faro de Alejandría o la mítica Torre de Babel) más que en la tradicional arquitectura religiosa. Pero olvidaron tomar algunas precauciones básicas.

El Campo dei Miracoli (donde se encuentran la torre, la catedral y el baptisterio) se asienta sobre un terreno débil, lo cual habría requerido unos cimientos sólidos para garantizar la estabilidad de la torre. Sin embargo, los cimientos sólo tenían tres metros de profundidad y, a medida que se iban añadiendo pisos, quedaba claro que la obra no iba del todo bien. Al llegar al tercer piso la torre se inclinó bruscamente y corría el riesgo de derrumbarse; pero se salvó, irónicamente, gracias a un hecho casual y para nada positivo: las guerras con otras ciudades rivales forzaron a interrumpir las obras durante un siglo, dándole tiempo a la torre para asentarse en el terreno.

Cuando las obras se reanudaron en el siglo XII, en lugar de asegurar los cimientos y, si hacía falta, volver a empezar, se quiso contrarrestar el descuido inicial con un “apaño”: construir los pisos restantes con una cierta inclinación hacia el lado opuesto, para contrarrestar la ya existente. Sin embargo, se pasaron con el arreglo y esta vez la torre se inclinó hacia el lado opuesto. Llegados a este punto, se decidió que era mejor no tocarla más, a ver si aguantaba… pero en 1838 se excavó un camino alrededor de la base de la torre que debilitó el terreno y aumentó su inclinación.

Por suerte, la historia tiene un final feliz (al menos hasta ahora). Tras décadas de restauración, se ha conseguido estabilizar la torre y devolverla a una inclinación de 4 metros, la que tenía en 1700. El nombre del Campo dei Miracoli (Plaza de los Milagros) no podría haber sido más acertado, pues en él ha sobrevivido una obra que parecía condenada durante la mayoría de su historia. Esta es la historia de la Torre de Pisa, la cual debe su fama, justamente, a lo que siempre fue un gran quebradero de cabeza.

Fotografía de Alkarex Malin äger en la Wikipedia.

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