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La romántica Sirenita de Copenhague

Copenhague ha sido recientemente considerada como la mejor ciudad para vivir del mundo. Este prestigioso puesto lo ostenta, según la revista Monocles, por variados factores como su vida cultural, las posibilidades de transporte, la arquitectura o sus bienes públicos. Posiblemente el lugar más fotografiado de la capital de Dinamarca sea una pequeña estatua, un símbolo de la ciudad que podría parecer insignificante en comparación con emblemas de otras localidades europeas. Sin embargo, conociendo la leyenda que la Sirenita de Copenhague encierra resulta entendible lo famoso del monumento.

La estatua, de bronce fundido, no es ni mucho menos impactante por su tamaño. La Sirenita mide únicamente 1,25 metros y pesa 175 kilogramos. Su pequeña altura, además, se distingue aún más por el enclave escogido para su ubicación. Y es que el monumento fue colocado sobre una base de piedra a la orilla del Mar Báltico, justo a la entrada, donde se puede divisar la inmensidad de mar y los grandes barcos que navegan por la bahía. La Sirenita es también una muestra del gusto danés por lo sobrio, pues no se caracteriza tampoco por grandes ornamentos ni líneas recargadas.

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Un amor de leyenda

Como todo lo valioso que conservamos, esta estatua de la Sirenita guarda una histórica y conocida leyenda. Ésta cuenta que un día un humilde pescador de Copenhague fue sucumbido por el canto de una joven sirena mientras realizaba su tarea diaria. Y es que estas extrañas mujeres marinas embrujaban a los hombres del mar gracias a sus dulces y atractivas voces. La Sirena, al igual que el pescador, también se enamoró. De esta manera, y para conseguir el amor del hombre, tuvo que renunciar a su inmortalidad, poseyendo así un aspecto de mujer corriente.  ¿Y es que cómo podía haber triunfado, si no, el amor entre una sirena y un humano?

La Sirenita de Copenhague es un monumento al amor, pero también a la generosidad de una mujer que decidió renunciar a la vida eterna para pasar unos años con su enamorado. La historia, que fue pasando de generación en generación, fue interpretado y escrito por Hans Christian Andersen en 1837, autor que gracias al cual conocemos hoy en día la historia de la Sirenita. Fue este cuento el que llevó al magnate Carl Jacobsen a pedir en 1913 una escultura con la apariencia del histórico personaje. Edgar Eriksen, escultor de la Sirenita, se inspiró finalmente en el rostro de una bailarina danesa del Ballet Real para la imagen de la estatua.

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Fotografías de la página oficial de Copenhague http://www.copenhagen.com

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