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La magia gallega de Combarro

A veces las pequeñas cosas son las mejores. Lo elemental y tradicional acaba superando a las modernidades que hoy en día abundan. Hay pocos lugares que consiguen transportarte al mundo de antes, donde cada pequeña cosa encerraba un gran valor. No obstante, existen algunos rincones que conservan esta magia. Combarro es uno de ellos: basta pasear por su casco antiguo para comprender que se trata de una región donde el tiempo parece no haber hecho mella.

Por lo general, la provincia entera de Pontevedra merece especial mención. Combarro, a escasos 7 kilómetros de distancia de la capital de las Rías Bajas es, sin embargo, una localidad con unas características muy atractivas para cualquier visitante de esta preciosa zona gallega. Desde Pontevedra, en sólo 15 minutos podrás llegar en coche a este paraje. En un cuarto de hora, por tanto, se puede realizar un viaje ya no sólo físico sino también temporal.

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Los hórreos como símbolo del pasado

Combarro es un pueblo marinero gallego que, debido a su ubicación, tuvo que construirse con unas particularidades especiales. Vivir junto al mar es uno de los placeres por los que mucha gente pagaría dinero, pero la realidad es que no siempre es tan beneficioso convivir con el a veces amable, otras veces agresivo y combativo, mar.

En primera línea de mar, Combarro cuenta con más de 30 hórreos amontonados los unos con los otros, caracterizando una peculiar primera línea de mar, con sus cruces inmóviles en la parte superior, recordando la tradición religiosa del lugar.

La historia del pueblo cuenta que, debido al aprovechamiento del máximo número de tierras fértiles, se construyeron estas viviendas sobre las escasas rocas graníticas pegadas al mar. La singularidad de este tipo de edificaciones recae en que se elevan sobre pies para evitar la entrada de humedad, tan presente en las cercanías del mar. De esta manera se consigue, además, buena ventilación y se dificulta el acceso de animales, especialmente de roedores.

Una tradición que perdura

Quien decida coger un día el coche y visitar Combarro no sólo contemplará la tan característica arquitectura gallega. Si hay algo que es típico de cualquier lugar de esta fantástica Comunidad Autónoma, ya sea de Pontevedra, Vigo o A Coruña, esto es sin duda el marisco.

En Combarro es posible ver aún en la actualidad como las mujeres, aprovechando la marea baja, continúan con una tradición que parece no tener fin. De la ardua tarea de mariscar nacen muchos de los platos que deleitan a gallegos y turistas en sus viajes. Una forma de autoabastecerse que a pesar de los años sigue conservándose. Y es que, a pesar de que absolutamente todo cambia, es agradable observar como lugares como Combarro recuerdan, en mayor o menor medida, la historia de una serie de pueblos que perduraran por siempre en la Galicia interminable.

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