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La fantástica sensación de viajar en barco

El avión es uno de los medios de transporte más rápidos, por no decir el más veloz, y además, uno de los más cómodos y agradables. Por otro lado, también hay gente que prefiere un trayecto más largo aunque también más intenso y perfecto para el disfrute de todos aquellos que adoran el mar. Obviamente se trata del barco, un transporte hoy en día ecl…ipsado en cierta manera por el omnipresente avión, aunque ideal para las personas que deciden que su viaje no empieza una vez llegados al destino, sino justo en el momento de partir de su ciudad o pueblo.

Kavafis resumió bien este sentimiento: “Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo […] Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca; llegar allí, he aquí tu destino. Mas no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino”.

El barco es el mejor transporte para disfrutar el camino de un viaje que, como he dicho, debe ser considerado desde el preciso momento en que con las maletas en mano, se sale por la puerta de casa. Viajar por el mar significa, en el 100% de los casos, tardar más hasta llegar al destino. Sin embargo, las experiencias vividas durante 8, 10 o 20 horas en una embarcación no pueden ser comparadas a las experimentadas en un avión.

barco 460x345 La fantástica sensación de viajar en barco

En el avión te sientas y  miras por la ventanilla hasta el instante en que no se ve más allá de una espesa capa de nubes. Entonces te relajas viendo pasar las azafatas con los carritos con comida y otros productos, hasta que el avión toca tierra y la gente, como ocurre de costumbre, aplaude celebrando haber llegado al destino.

El barco es diferente. Se tarda más y seguramente puede suponer para muchos un trayecto más pesado. Sin ir más lejos, ir a Roma, por ejemplo, supone alrededor de 20 horas de viaje, mientras que en avión en menos de 2 ya puedes aterrizar en tierra italiana. Pero en esas 20 horas puedes caminar por la cubierta del barco, despedir la tierra por la popa del mismo, o contemplar la puesta o salida del sol desde la proa.

Subir a un barco es, por sí mismo, realizar un gran viaje. Recorrer sus salas y compartir con tus acompañantes la experiencia de desplazarse por el mar es una vivencia que merece la pena sentir y vivir, aunque ésta no sea del todo valorada como debería. Oler el mar y sentir la brisa en la cara siempre será imposible dentro de un hermético avión.

Foto de Wikipedia

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