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Miedo y taxis en México DF
Las grandes ciudades me dejan anonadado, pero pocas me han causado la misma impresión que Ciudad de México, conocida también como México DF (Distrito Federal). En primer lugar por su tamaño, que ya desde el avión quita el aliento. Con una superficie de casi 1500 Km2 y cerca de 9 millones de habitantes, es la novena ciudad más poblada del mundo. Pero esta primera impresión no es nada comparada con la que te embarga cuando estás en medio del bullicio. En México DF uno tiene la sensación de no estar nunca solo y llega a sentirse en un hormiguero.
Los taxis, o más bien, ciertos taxis tienen mala fama en México DF, hasta el punto que los hoteles tienen su propio servicio. Recuerdo la primera vez que fui en uno de estos taxis de hotel y el miedo que me metió el taxista al advertirme que no subiera a ningún taxi si no había contactado con una compañía, pues lo mejor que me podía pasar era que me robaran y más aún siendo turista. Yo tenía entonces 17 años y era muy impresionable, juré no subir a uno de esos taxis, pero la verdad es que movido por la necesidad no tuve más remedio: La alternativa era quedarme tirado en medio de la chingada, como dicen ellos (en el quinto pino vamos). No me pasó nada, pero aún hoy siento miedo al recordar las advertencias del taxista del hotel. ¿Simple rivalidad corporativa o suerte que tuve yo?
Lo que es cierto es que el turista se siente vigilado en México DF. Ya sea en un gran parque público o caminando por la calle, siempre sientes una mirada sobre ti. Y si previamente te han metido miedo, la tensión puede llegar a ser un impedimento para disfrutar de la ciudad. Pero realmente, el miedo nos hace ver como amenaza lo que muchas veces es simple curiosidad: al fin y al cabo, también me miraban constantemente en Japón y no por eso pensaba que me fueran a robar. Yo reunía las tres apariencias más atractivas para los carteristas (turista + adolescente + pinta de empanado) y no tuve ningún problema, así que tampoco es como si habláramos de Gotham City, la truculenta ciudad de Batman.
¿Mi consejo? Evidentemente no seáis descuidados, pero tampoco os comportéis como si fueran a atracaros en cada esquina. Yo decidí no pensar en ello y disfrutar de la ciudad – y tal vez por eso, pasé más desapercibido que si hubiera ido con miedo.
