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Un vergel maravilloso en Mesopotamia: Los jardines colgantes de Babilonia

¿Una maravilla legendaria?

La segunda de las siete maravillas del mundo antiguo se encontraba en la tierra considerada la cuna de la civilización: Mesopotamia. En la ciudad de Babilonia, que fue una de las más importantes del antiguo Oriente, a orillas del gran río Éufrates, el rey Nabucodonosor II hizo construir unos jardines dispuestos en terrazas que serían conocidos en la literatura como los jardines colgantes de Babilonia.

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Según la tradición, los jardines colgantes fueron un regalo del rey Nabucodonosor II para su esposa Amytis de Media, nostálgica de la vegetación de su tierra natal. En realidad el término “colgantes” da lugar a la equivocación: fueron así llamados por su distribución en varios niveles de terrazas artificiales. Construidos entre finales del siglo VII y la mitad del VI aC (periodo estimado del reinado de Nabucodonosor II), habrían sido destruidos a causa de terremotos alrededor del siglo II aC.

Sin embargo, los jardines colgantes de Babilonia son la única de las siete maravillas del mundo antiguo de la cual no se han encontrado pruebas arqueológicas concluyentes, estando sólo documentadas en los escritos de los griegos y las civilizaciones sucesivas, pero no en los propios textos babilonios que se han hallado. Algunos sostienen que podrían haber sido una invención literaria, o una realidad embellecida, transmitida sólo por la tradición. El palacio de Nabucodonosor ha sido excavado y se ha localizado el lugar en el que supuestamente habría existido el jardín, pero no se han encontrado pruebas que señalen su existencia.

De haber existido, sin duda habrían sido un prodigio de la ingeniería hidráulica en aquellos tiempos. Las terrazas deberían haber sido irrigadas mediante un complejo sistema de canalizaciones: para conseguir llevar el agua a los niveles superiores habrían debido usar un mecanismo similar al llamado “tornillo de Arquímedes” o “tornillo sin fin”. La cantidad de agua necesaria para mantenerlos debería haber sido descomunal, de más de 37.000 litros por día, sacados del Éufrates.

¿Leyenda o realidad? La existencia de los jardines colgantes de Babilonia sigue siendo un misterio, pero hasta que se descubra la verdad (si es que se descubre) es hermoso imaginar que una maravilla de tal belleza hubiera podido existir.

Imagen: “Los jardines colgantes de Babilonia”, Martin Heemskerck.

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