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La taberna Dulle Griet: cambio cerveza por zapato
Las mejores cervezas de Gante
Hay ciudades que enamoran por su encanto, sus edificios y célebres monumentos, su clima o su gente. Probablemente –y excepto el clima, que suele ser más lluvioso y frío que el que tenemos en España- Gante cumpliría con todos los aspectos al cien por cien. Ya hemos dicho en más de una ocasión la similitud de esta localidad belga con una verdadera ciudad de cuento de hadas, un destino en el que además podemos encontrar locales tan curiosos como el que hoy presentamos.
Y es que por muchos es conocido que uno de los grandes placeres gastronómicos belgas es la cerveza, además de otras especialidades como el chocolate o las simples pero riquísimas patatas fritas. En la entrada de hoy nos detenemos, no obstante, en la deliciosa bebida de cebada que, nos guste o no, está comprobado que se trata de una de las más consumidas en todo el mundo. Con alcohol o sin, de una marca u otra, nacional o importada: tomar una cerveza es el mejor pretexto para verse con amigos, pasar un rato agradable o tomar un respiro entre tanto trabajo.
Si sumamos estos dos conceptos –Gante y cerveza- el resultado sólo puede ser uno: la taberna Dulle Griet. Con un nombre difícil de pronunciar, podemos encontrar este pub belga en el corazón de Gante, un bar donde la reina es la cerveza, o mejor dicho, las 250 variedades de cerveza que aquí se pueden consumir.
La taberna Dulle Griet es uno de los mejores lugares para degustar una buena cerveza, aunque a veces puede salir un poco caro. Y con lo de caro no queremos referirnos al precio de la bebida, que también resulta algo elevado según la cerveza que se elija. Quizás por eso para tomar una de las especialidades de la taberna Dulle Griet, la ‘Max van het Huis’, hay que dejar como fianza un zapato.
Como oyes. Al pedir esta cerveza en la taberna Dulle Griet, el camarero pedirá al futuro consumidor un zapato, que depositará en una cesta que subirá al techo mediante una polea. Ahí hasta que la ‘Max van het Huis’ –que significa literalmente “Quítese el zapato”- se acabe y se pague, cuando el zapato será regresado a su dueño.
La tradición de poner un zapato como fianza parece tener su origen en la antigua creencia de que los vasos donde se servía la cerveza eran muy caros. Éstos solían ser robados así que se tomó la medida de guardar el zapato de los clientes hasta que pagaran.
Tranquilo, sin zapato nunca te quedarás, a menos que no abones el precio de la cerveza, que ronda los 9 euros –es de 1,2 litros-. Eso sí, si las quieres más baratas siempre puedes pedirte otra más pequeña, aunque no verás como de un momento a otro te quedas sin calzado. ¿Curioso, verdad?
Fotografía de la taberna Dulle Griet
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