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Subiendo al Scott Monument de Edimburgo

Estamos acostumbrados a que las construcciones monumentales sean en conmemoración de episodios históricos importantes. Los personajes ilustres, en cambio, suelen tener estatuas similares a ellos mismos. No es el caso del escritor Sir Walter Scott, que tiene en Edimburgo uno de los monumentos en su honor que más llaman la atención en la ciudad.

El Scott Monument es un monumento de estilo gótico de corte victoriano. La torre mide más de 60 metros, o lo que es lo mismo, 287 peldaños. Su construcción empezó en 1841, pero no estaría terminada, torre incluida, hasta 1844. Cabe destacar que el color no es el original, y es que la contaminación industrial de Edimburgo provocó que las piedras fueran adquiriendo esa tonalidad negra y oscura que todavía hoy se contempla.

400px Schottland Edinburgh Sir Walter Scott Monument 306x460 Subiendo al Scott Monument de Edimburgo

Se puede acceder al interior por un módico precio, menos de 5 libras. Una vez dentro, coge fuerzas y a subir los escalones por una estrecha escalera de caracol. Sin embargo, como suele suceder en estos casos, el esfuerzo vale la pena y la recompensa es muy grande. Una gran tira de escaleras que se dividen en diferentes tramos o plantas.

En la primera planta se puede aprender un poco más de la historia del Scott Monument con fotografías, audios o paneles informativos. Es el primer alto en el camino, y es que poco a poco esa subida en vertical se va haciendo más pesada. En cada piso hay terrazas desde las que asomarse, y las vistas sin duda empujan a seguir hacia arriba.

Lo más complicado del Scott Momument es su escalera de caracol. A medida que vas subiendo se va estrechando cada vez más, y es más que probable que coincidas con alguien en el mismo punto pero en dirección contraria. Es complicado, y la sensación de angustia en esos momentos es elevado. Subir es fácil, pero al bajar parece que pierdas el equilibrio y vayas a caer. Por tanto, ve con cuidado, despacito pero sin pausa.

Una torre que sin duda vale la pena subir por dos motivos: primero, por contemplar las vistas desde el último piso, y segundo por el orgullo y la sensación de satisfacción que se siente al haber subido y bajado sin más ayuda que la propia resistencia. ¡Así que ya lo sabes, coge aire y a subir!

Fotografía de Wikipedia

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