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Sort, un refugio especial

A veces hay lugares de los que no querrías marcharte jamás. Son pequeños rincones de paz, de ambiente tranquilo y  en donde nos gustaría permanecer para siempre, como si pareciera que pasara lo que pasara, allí nada podría acabar mal. Son lugares en los que por las mañanas, cuando el día amanece y la luz empieza a colarse por la ventana de la habitación, un aroma a naturaleza impregna la zona, mientras que el sonido de pájaros cantando te despiertan de tal manera que es imposible hacerlo de mal humor.  A rincones como éstos intentamos acudir de vez en cuando, siendo ésta una manera de empaparse de energía y renovarse, lo que se diría comúnmente “recargar pilas”.

Sort, un pequeño pueblo de la provincia de Lleida, es una de las zonas que podrían definirse con todo lo explicado en el primer párrafo. Su belleza no sólo viene dada por su pintoresco casco antiguo, con edificios de un estilo arquitectónico muy común en gran parte de los Pirineos. Tampoco por su espectacular río que  atraviesa el municipio, el Noguera Pallaresa, ideal para practicar cualquiera de los deportes acuáticos de montaña. Es una conjunción de ambas y algunos factores más la que convierten el lugar en un reducido y mágico rincón, un pueblo que cura el alma al que acuda a éste con ella herida, erosionada por vivir el día a día en una gran ciudad.

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Sort no está cerca de ningún gran núcleo de población; llegar hasta él será tarea ardua, al menos para aquellos sensibles a los mareos ocasionados por las curvas de las carreteras. Sin embargo, el transporte en coche hasta Sort no será un recorrido en vano.  Y es que mientras el vehículo te va acercando poco a poco a la localidad catalana, los paisajes observados por la ventanilla del turismo son dignos de pararse a fotografiarlos, como si de un anticipo de lo que viniera después se tratara. Montañas y embalses conforman unas espectaculares panorámicas que se extienden por toda la montaña pirenaica, siendo todo un lujo poderlas ver en persona, reflejándose en los ojos la preciosidad del lugar.

Y cuando llegas a Sort te das cuenta de que todo parece maravilloso, de que no existe tiempo que gestione tus días en el pueblo, puesto que tu estancia en él no se rige por prisas ni relojes. Pasear por la orilla del río, brincando por piedras de tamaños dispares, y mojarse los pies en sus aguas, gélidas aun tratándose de los meses de verano. Todo esto representa una terapia para la salud mental y física, un ‘recargo de pilas’ total y absoluto para el que conciba Sort como su pequeño refugio particular.

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Y como lo espiritual no está reñido con lo económico, en Sort puedes adquirir un número de la tan conocida lotería de Navidad. Y es que este pueblo si por algo es popular, aunque no debería serlo por ello únicamente, es por la conocida administración ‘La Bruixa d’Or’, que ha repartido millones de euros –y en el pasado, pesetas- por todo el mundo. Ahora sí, las colas en según qué días no cesarán, y es que nadie se resiste a la idea de convertirse en millonario. No obstante, y en mi humilde opinión, no hay mayor riqueza que la de poder contemplar de vez en cuando parajes como el de Sort, un pueblo que sorprenderá de por seguro a cualquiera que lo visite.

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