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Samos, la isla donde se mezclan las esencias del pasado

Un pedazo de Grecia frente a la costa turca

Frente a la costa turca encontramos la pequeña isla griega de Samos, olvidada a veces en las guías turísticas: en las de Grecia por estar lejos del continente y en las de Turquía por no formar parte del país. Samos, con una superficie algo menor que Menorca, es una pequeña joya olvidada.

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En Samos se mezclan las esencias de varias naciones, de las que ha sido aliada o súbdita: egipcios, griegos, persas, macedonios, romanos, bizantinos, otomanos… Estas civilizaciones han dejado su huella en la isla, que sin embargo ha mantenido su carácter propio y que cuenta con una autonomía administrativa y un monarca (príncipe) propio, unido a Grecia por voluntad propia y cuya familia ha ocupado el trono de la isla (aunque de forma discontinua) desde el siglo XIII.

Quien decida visitar Samos encontrará en ella, sobre todo, influencias helenísticas. Aunque un gran terremoto devastó la isla en 1475, aún pueden encontrarse los vestigios del esplendor que tuvo en los tiempos de la Grecia clásica, cuando era uno de los lugares más prósperos del mundo conocido: grandes templos dedicados a los dioses griegos, una gran muralla de 6’7 Km. que rodeaba la capital, túneles a través de las montañas para facilitar el suministro de agua, y uno de los puertos más grandes y avanzados de la época. Estas maravillas fueron relatadas por el griego Herodoto en su Historia, considerada la primera gran obra descriptiva del mundo antiguo.

Actualmente Samos carece de esta importancia y es una isla que pasa desapercibida, en comparación con la Grecia continental y las islas más próximas a esta. Aunque la mayoría de sus grandes maravillas quedasen destruidas por el terremoto de 1475, aún puedan vestigios de ellas, como estatuas y ruinas de los templos griegos o tramos de la muralla que aún se mantienen en pie, pero no alcanzan el esplendor ni el estado de conservación de las atenienses.

Sin embargo, justamente por ese motivo ha conservado un carácter particular y más relajado. Sus pequeñas ciudades invitan a un paseo y sus playas, de origen volcánico, son de las más tranquilas del Egeo. Es un lugar para ir a relajarse y olvidarse del presente, a la vez que se disfruta de la amalgama de esencias de esta isla.

Fotografía de Pe-sa en la Wikipedia.

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