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Samarcanda y las leyendas de Oriente

Hay ciudades que se convierten en famosas y otras que se convierten en leyendas, y no es siempre lo mismo. Las últimas son lugares cuyo nombre sobrevive al viento inclemente de los años no por su desarrollo como grandes capitales, sino por su significación histórica: Persépolis, Petra… y Samarcanda, una de las mayores leyendas de Oriente.

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Samarcanda, en el actual Uzbekistán, fue la capital de uno de los grandes emperadores de la historia de Asia: Tamerlán, el rey que logró crear uno de los mayores imperios de Asia Central, extendiéndose desde Turquía hasta la Índia. De este extenso imperio, Samarcanda era la capital y, bajo el reinado de Tamerlán en la segunda mitad del siglo XIV, se convirtió en una parada importante de la Ruta de la Seda, así como en uno de los centros intelectuales y artísticos del mundo islámico medieval. De todas sus campañas, Tamerlán se trajo los mejores eruditos y artistas desde Anatolia hasta la Índia, convirtiendo Samarcanda en una de las ciudades más importantes de su tiempo.

De su legado, poco se conserva aún; pues a partir del siglo XVI Samarcanda fue en declive. Sin embargo, la magnífica arquitectura sigue atrayendo a la gente a esta ciudad, representada por dos grandes construcciones: la gran mezquita de Bibi Khanym, la esposa preferida de Tamerlán; y el Registán, la antigua madraza (escuela-universidad) de la ciudad. Ambas fueron en su momento de las más importantes del mundo árabe, y hoy en día la gente aún sigue acudiendo a ellas (la mezquita es, además, un importante lugar de peregrinación para los musulmanes). Se dice que la arquitectura de Samarcanda inspiró los cuentos de Las mil y una noches.

El paso del tiempo ha sido cruel con estos hermosos edificios, que un día relucieron como oro bajo el sol; aunque el Registán se conserva mejor gracias a su restauración, proceso que ahora se está llevando a cabo en la mezquita de Bibi Khanym. No tuvo tanta suerte el observatorio de Ulugh Beg, que fue destruido apenas 20 años después de su construcción; ahora sólo quedan las ruinas del que fue uno de los mejores observatorios de su tiempo. Lo sé, todo en Samarcanda era lo mejor de su tiempo, pero… por eso esta ciudad es una leyenda, ¿no?

Fotografía de Steve Evans en la Wikipedia.

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