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Ponte Vecchio, el puente de los joyeros florentinos
El Ponte Vecchio es uno de los más famosos símbolos de Florencia. Su nombre, Puente Viejo, le hace honor pues se dice que fue construido por primera vez durante la época romana, en madera. Tras ser destruido por una inundación, en el siglo XIV, fue reconstruido en piedra, así que sea como fuere, sigue siendo bastante viejo.
Las fachadas exteriores del puente dan una imagen curiosa y pintoresca, pues no son lisas sino que cada tienda sobresale en su propia medida y con un color distinto. Los tres arcos centrales, en el espacio central del puente, dan una imagen menos recargada y permiten a la gente asomarse a ambos lados del río. Sin embargo, cuando más hermoso resulta el Ponte Vecchio es por la noche, iluminado y reflejándose en las aguas del río Arno.
Lo primero que llama la atención al cruzar el Ponte Vecchio es la gran cantidad de joyerías que hay en él, y es que desde siempre ha sido un lugar de comercio. Según cuenta la leyenda, la extensión del puente estaba libre de impuestos y, por lo tanto, era una posición muy codiciada por los mercaderes. Se dice también que el término bancarrota se originó en él, según cuentan porque, cuando un comerciante no podía pagar sus deudas, la guardia le rompía su mesa (banco rotto). Hoy en día, vistos los precios que lucen en los escaparates, no parece que tengan este problema. Y es que si las joyas ya son caras, más aún lo son en las tiendas del Ponte Vecchio: suerte que mirar es gratis, porque hay verdaderas obras de arte.
El Ponte Vecchio es uno de los puentes más famosos de Italia, tanto como el Ponte di Rialto en Venecia o el Ponte Milvio en Roma. Y como símbolo, sigue fiel a su misión de toda la vida: conseguir que la gente salga del puente con menos dinero que cuando ha entrado.
