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La Plaza España, tesoro sevillano

¿Quién no ha buscado nunca “su” banco?

Sevilla cuenta con un mil y un tesoros que merece la pena descubrir: La Giralda, los Reales Alcázares, la Torre del Oro, el puente de Triana, el Parque de María Luisa… y la Plaza España. Una plaza que no deja de ser una más de todas las que encontramos con esta denominación en España, aunque probablemente se trate de una de las más grandes y más bellas del país, por no decir la que más. Y es que pocos se quedan sin visitar este espacio en la capital andaluza y, menos personas aún, se marchan de la Plaza España pensando que es una plaza más de la ciudad; para muchos, se trata del rincón más especial de Sevilla.

Citábamos antes el Parque de María Luisa y, lo que mucha gente no sabe es que la Plaza España queda encuadrada dentro de este parque, más concretamente en uno de sus laterales. Además, está situada junto a los jardines del Prado de San Sebastián, teniendo su acceso principal por la Avenida de Isabel la Católica. De entrada libre y totalmente gratuita –como plaza que es- el espacio queda, no obstante, cerrado a partir de las diez de la noche, básicamente para evitar vandalismos que puedan alterar algunos de los elementos que proporcionan tal belleza a la Plaza España.

Características estructurales

Lo primero que uno observa cuando llega a la Plaza España es su forma semielíptica, diferente a la mayoría de plazas de España que encontramos en otras ciudades. Esta estructura no es casual: simboliza “el abrazo de España”, que mira en dirección al Guadalquivir significando que por este río es posible llegar hasta América. Más allá de simbolismos, cabe destacar las enormes dimensiones de la Plaza España: tiene 200 metros de diámetro y cuenta con una superficie total de 50.000 metros cuadrados -19.000 de los cuales están edificados-  y con un canal atravesado por cuatro puentes, representando los 4 reinos pasados de España.

Plaza España 460x345 La Plaza España, tesoro sevillano

Historia con polémica

La Plaza España empezó a construirse en 1914 con el objetivo de ser un espacio de nueva creación en la Exposición Iberoamericana que se celebraría en Sevilla 15 años más tarde, en 1929. Fue proyectada por el arquitecto sevillano Aníbal González, haciendo uso sobre todo de la arquitectura regionalista, en boga por aquella época y consistente en recrear modelos arquitectónicos del pasado. Sin embargo, lo que hoy es un hermoso lugar de la capital hispalense, en esos años era una construcción que suscitaba muchas críticas.

Por un lado, algunos criticaron que una ciudad como Sevilla, que por los inicios del siglo XX no pasaba precisamente por una buena situación económica, dedicara tanto empeño en construir una plaza de semejantes medidas y en la que acabarían trabajando al mismo tiempo 1000 hombres –una cifra que, tratándose de inicios del 1900- era realmente asombrosa-. Por otro lado, la Academia de Bellas Artes se opuso a la altura de las dos torres del edificio central, pues rivalizaba con el icono de Sevilla: la Giralda. Por último, algunos también se opusieron a la construcción de la ría, pues significaba un gran gasto de agua.

Aunque en principio se pensó que podría formar parte de la Universidad de Sevilla, lo cierto es que actualmente la Plaza España alberga la subdelegación de Gobierno. Sea cual sea su “utilización”, la Plaza España es lugar de visita de todos los turistas que pasan por la capital andaluza. Estos turistas, en caso de ser españoles, seguro que –además, buscarán irremediablemente el banco de su provincia, y es que quizás el detalle que más guste de la plaza sea éste, los 48 bancos que representan cada una de las provincias españolas.

Fotografía de Wikipedia

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