Stories

No todo es bello en Santillana del Mar

Santillana del Mar está considerado uno de los pueblos más bonitos de España. Sin embargo, no todo en esta localidad cántabra es sinónimo de belleza, pues en ella podemos encontrar uno de los museos más curiosos del país, pero también uno de los más siniestros. El encanto de un pueblo marinero no tiene cabida en el Museo de la Tortura, un edificio que, a pesar de no ser típico de este tipo de villas, constituye también uno de los atractivos más importantes de la pequeña Santillana del Mar.

Ubicado en el edificio El Solar, de propiedad privada, el Museo de la Tortura acoge un centenar de instrumentos y mecanismos de tortura, la mayoría de los cuales correspondientes al tiempo de la Inquisición. La exposición de maquinas y herramientas de tortura también incluyen aquellos instrumentos que se utilizaban en la Europa del siglo XIV hasta el siglo XIX. La entrada del Museo de la Tortura ya nos avisa de lo siniestro del lugar: un esqueleto justo al lado de la taquilla anuncia que ese edificio es de todo menos encantador.

museo d la tortura1 460x306 No todo es bello en Santillana del Mar

Ejemplos de tortura

Aunque uno puede hacerse a la idea de lo terrible que puede suponer ver tantos instrumentos de tortura, no es hasta que te adentras en el museo cuando descubres cuanta crueldad ha habido en la historia de la humanidad. Los organizadores del Museo de la Tortura visitaron durante muchos años varios rastros y anticuarios de Alemania, Italia y Francia a fin de recoger objetos para éste.

¿El resultado? Más de cien instrumentos de martirio como cinturones de castidad –utilizados entre el siglo XVIII y el XIX- , el potro de estiramiento, las ruedas con pinchos o el sarcófago de pinchos. También podemos ver el aplastacabezas, la sierra, la conocida como máscara inflamante o la espada del verdugo. Vaya, que el nombre de Museo de la Tortura no puede ser más adecuado.

Las explicaciones que se dan acerca de cada uno de los instrumentos afectan aún más a unos visitantes que si algo tienen en común es que salen absolutamente todos con los pelos de punta. La estatua de un toro de bronce, por ejemplo, puede parecer en principio un simple monumento. Una vez se sabe lo que significa, el visitante cambia de opinión: en la estatua se introducía a la persona que se quería martirizar. Una vez dentro, se prendía fuego y cuando chillaba de dolor, por unos orificios en los morros del toro se escapaba el sonido del hombre o mujer en llamas. Entonces se decía que era el animal el que bramaba, y no la persona. ¿Qué quieres ver éste y más objetos de tortura? Visita el Museo de la Tortura en Santillana del Mar, aunque eso sí, ve preparado para pasarlo mal.

Foto de Flickr

Si quieres puedes seguir a ReservasdeCoches.com Google+ o a Frenchy, uno de los administradores de este blog de viajes y destinos.

Deja tu comentario