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El Mill Ends Park, el parque más pequeño del mundo
¿Podrías caminar por él?
Seguramente pocos nos fijaríamos en él al pasear por su lado. No obstante, se trata de un lugar registrado en el libro Guinness de los Records, por lo que en principio algo de anormal o atípico tendrá. Sin embargo, posiblemente, no es su aspecto lo que le hace especial sino la categoría que le fue concedida hace unos años. Y es que cuesta creer que algo tan ínfimo haya sido declarado parque, un lugar en el que teóricamente es posible pasear, sentarse a la sombra de un árbol y ya en algunos casos, subirse a una barca desde la que remar entre las aguas de un lago.
Ni lago ni barquitas en las que subirse. De hecho, es totalmente imposible pasear por él, ¿y es que cómo se podría caminar por una superficie de 0,3 metros cuadrados? Sí, exacto, esto es lo que mide el Mill Ends Park, el parque más pequeño del mundo.
A primera vista, el Mill Ends Park parece una jardinera y no un parque. No obstante, el ayuntamiento de la ciudad de Portland (Oregón), donde se ubica, lo nombró parque en 1976. Su historia, no obstante, se remonta hasta el 1848, cuando un periodista de origen irlandés decidió plantar unas flores en un agujero en el que iba a colocarse un poste de la luz.
El hombre, llamado Dick Fagan, trabajaba como columnista en el Diario de Oregón, y un día, mientras miraba por la ventana de la redacción, contempló un agujero en el que crecía mala hierba. Fue entonces cuando decidió plantar flores y llamarlo Mill Ends, un pequeño rincón de la ciudad que comenzaría a ser tema recurrente en sus artículos.
Y es que Fagan convirtió el Mill Ends Park en un parque donde un duende excavaba un hoyo, un pequeño ‘leprechaun’ que, tras ser cazado por el periodista, le concedía un deseo. Fagan le pidió a este imaginario duende poseer un parque propio, aunque como no especificó las medidas, el ‘leprechaun’ le concedió el espacio que iba a ocupar un poste de la luz. Esta historia, creada por el columnista, fue contada de diferentes formas y citada en muchas ocasiones en la columna del rotativo en que escribía.
El Mill Ends Park estuvo al cuidado del periodista hasta que éste murió. Ocho años después de su muerte, ese espacio fue nombrado parque oficial de la ciudad. Y para los que piensen que este círculo de tan sólo 61 centímetros de diámetro no puede considerarse un parque, éstos han de saber que el Mill Ends Park ha albergado en sus años de historia infraestructuras tan ‘complejas’ como una piscina para mariposas o una mini rueda de la fortuna.
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