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La radiante Ópera de Sidney

Muchas veces asociamos determinados edificios con ciudades. La Sagrada Familia, la Torre Eiffel o el Coliseo, todos son símbolos de destinos que, irremediablemente, quedan eternamente unidos al lugar en que se emplazan. Desde la ciudad más cercana hasta la más remota, siempre hay un edificio, monumento o espacio que se erige como emblema de la región. En esto, si un lugar tan inmenso como el país australiano tuviera que decidir cuál es su mayor insignia, sin duda alguna ésta serie la archifotografiada Ópera de Sidney.

La Ópera de Sidney está situada sobre la bahía de Sidney, en la península de Bennelong Point. El terreno  que fue escogido concretamente para la construcción del edificio fue el que entonces servía como depósito de tranvías, habiendo de ser demolido en 1958. La idea de levantar esta gran obra arquitectónica que ha servido de referente para muchas otras de todo el mundo surgió, en cambio, casi dos décadas antes.

Y es que fue en los años 40 cuando el director del Conservatorio de Música de Sidney, Eugene Goossens, manifestó que una ciudad como Sidney requería de un espacio suficientemente grande y óptimo para las más importantes producciones de teatro. Gracias al apoyo del primer ministro que solicitó diseños en 1954, empezó a gestarse la idea de construir un espacio expresamente para dar cobijo el teatro de la ópera.

Así, y una vez decidido que el diseñador sería Jorn Utzon, comenzaría formalmente la construcción, ejecutada en tres partes y demorándose hasta 1973, año en que se acabaría de diseñar el interior de la  Ópera de Sidney. Su inauguración, a la que acudió la reina Isabel II del Reino Unido, provocó gran impacto a nivel mundial, tanto así que se acabó convirtiendo en el que según muchos es el edificio de referencia del pasado siglo.

Opera de Sydney 460x235 La radiante Ópera de Sidney

Sede de la Orquesta Sinfónica de Sidney y de demás compañías, la Ópera de Sidney fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2007. Actualmente en el edificio se realizan obras de ópera, teatro, ballet, grandes producciones musicales y acontecimientos de cierta relevancia en sus exteriores. Y es que aunque su interior no deja indiferente a nadie, el diseño exterior fue en su momento radicalmente innovador. De estilo expresionista, el tejado de la estructura  fue conformado por grandes conchas recubiertas de más de millón y medio de azulejos de colores blanco y crema mate.

Hablar en poco espacio de cada uno de los detalles que la hacen especial sería prácticamente imposible. Bastaría con decir, sin embargo, que la Ópera de Sidney abrió camino para la construcción de complejos con diferentes formas geométricas hasta entonces vistas en la arquitectura moderna. Tal es su imponencia y popularidad que, incluso, fue preelegida para ser una de las nuevas siete maravillas del mundo, aunque finalmente no acabaría siéndolo.

 Fotografía de Wikipedia

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