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La grandeza de la fuente de los Cuatro Ríos
Seguramente no es la fuente más famosa de la eterna Roma aunque no por ello merece menos consideración que la archiconocida Fontana di Trevi. Quien viaja a Roma, además de visitar la fuente de las monedas también se dirige con frecuencia a la fuente de los Cuatro Ríos, una de las más bellas de la capital italiana. Su ubicación, en la plaza Navona, …ya la hace especial por sí sola; y es que es esta plaza una de las más conocidas y con mayor encanto del centro histórico romano. En 2009, además, Dan Brown la consideró en su novela Ángeles y demonios como uno de los altares de la ciencia.
Plaza Navona: arte por los 4 costados
La plaza, que sigue el trazado de un antiguo estadio emplazado en el siglo I, posee varios atractivos con los que el turista se sorprende a la vez que prepara su cámara fotográfica para dejar plasmada tanta belleza. La iglesia de Sant’ Agnese in Agone es una iglesia levantada por Borromini, uno de los grandes arquitectos de la Roma barroca, y Girolamo Rainaldi. El lugar que ocupa el templo se dice que fue donde la virgen, desposeída de sus ropas por el martirio, fue envuelta por los cabellos que crecieron de manera milagrosa. Además, hay otras dos fuentes además de la fuente de los Cuatro Ríos: la Fontana di Nettuno, al norte de la plaza, y la Fontana del Moro, justo en el otro extremo. Por último, también encontramos el Palazzo Pamphili, con una galería pintada por Pietro da Cortona y que actualmente acoge la Embajada de Brasil.
Encargo de un Papa
Aunque sin ánimo de desprestigiar a las otras construcciones, la fuente los Cuatro Ríos es sin duda alguna la mayor obra de arte en este lugar, siendo su ubicación en el centro de la plaza muestra de ello. Fue Bernini su gran escultor, otro que, junto a Borromini, es considerado uno de los máximos exponentes del barroco romano. El encargo de la obra fue, por otra parte, obra del Papa Inocencio X, que en 1647, decidió erigir un obelisco como adorno a la fuente, resaltando así la exuberancia de la obra en relación con los alrededores más bien pobres y nada ostentosos.
Aunque es el gran obelisco lo que más resalta de la fuente de los Cuatro Ríos a primera vista, su belleza reside en las estatuas que rodean y componen la fuente, alegorías todas ellas de los cuatro ríos principales de la Tierra, o al menos los que se conocían por aquél entonces: el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata. Mientras que un gigante de mármol los representa, se pueden observar figuras menos aparentes que se descubren totalmente al rodear la fuente: árboles, plantas emergiendo del agua y animales, todo a una escala mayor a la real.
Rivalidad entre Bernini i Borromini
Aunque parece que todo sea muy nuevo, la envidia y rivalidad entre compañeros de profesión ya existía en pleno siglo XVII. De hecho, se dice que la rivalidad entre Borromini, autor de la iglesia antes comentada, y Bernini, creador de la fuente de los Cuatro Ríos, era muy grande. Éste último no dudó en dejar huella de ello en una de sus obras más importantes y, si uno se fija –aunque es bastante evidente- la estatua de uno de los cuatro ríos está con la mano alzada, significando esto que se protege por si la iglesia construida delante, la de Borromini, se le pudiera derrumbar encima.
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