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El imponente monasterio de Sant Cugat

Una joya a pequeña escala

Monasterios hay muchos a lo largo y ancho de Cataluña, pero pocos son tan impresionantes como el de Sant Cugat (si nos limitamos a hablar de monasterios; claro está que, en cuanto a iglesias y catedrales, hay muchos más), cerca de Barcelona. Es uno de los más antiguos, grandes y mejor conservados que se encuentran por estos lares; hecho que no es de extrañar, pues su influencia y riqueza fueron muy notables.

Monasterio de Sant Cugat 460x305 El imponente monasterio de Sant Cugat

El monasterio de Sant Cugat fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 1931, una fecha muy temprana que da idea de su importancia; y es que su imponente claustro es uno de los más impresionantes que se pueden encontrar en tierras catalanas. Su campanario también es uno de los elementos más destacables, como da fe una curiosa anécdota sobre él: dicen que, durante cierta quema de conventos, el de Sant Cugat se salvó porque los asaltantes consideraron que la vista desde el campanario era demasiado hermosa para privar a la gente de ella.

Cierto o no, es indudable el valor del monasterio de Sant Cugat como patrimonio histórico y cultural. Sus orígenes se remontan al siglo V, tiempo en el que ya existía una capilla que guardaba reliquias del santo que da nombre al municipio. Fue el emperador Carlomagno quien, en el siglo VIII, le dio su gran impulso inicial: gran devoto del santo, instaló una comunidad de benedictinos en lo que quedaba de un viejo castillo y les dotó de dinero y propiedades. Fue esta primera dote lo que permitió a la comunidad ejercer una gran influencia en las tierras que se iban reconquistando a los musulmanes y que formarían, más tarde, los Condados Catalanes. La comunidad de Sant Cugat se convirtió en la principal autoridad religiosa del Condado de Barcelona y, por ende, de los condados unificados.

Una posición tan privilegiada por fuerza se refleja en el interior del monasterio, aun hoy en día. Su claustro está considerado como uno de los más exquisitos ejemplos del románico catalán, con un gran número de dependencias, galerías y espacios abiertos; y la impresión inicial engaña: a primera vista posee la sobriedad característica del estilo románico, pero en cuanto uno se fija, los ornamentos decorativos se aprecian en cada capitel y ventanal (con una cantidad de detalles que no estarían al alcance de una comunidad pobre). En varios lugares aún se pueden apreciar restos de la capilla primitiva.

El monasterio de Sant Cugat impresiona por fuera y sorprende por dentro. Tal vez nadie hará un viaje para verlo, como sí se puede decir de la Sagrada Familia, pero en su propia escala, es un lugar en el que merece la pena detenerse si se pasa cerca de él.

Fotografía de Josep Renalias en la Wikipedia.

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