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¿Cuál es la historia del metro?
Un viaje a los orígenes del transporte subterráneo
Uno de los transportes a diario más utilizados es el metro, seguramente el más útil para recorrer cortas distancias y a la vez el más económico. Odiado por algunos en las horas punta, el metro es también el recurso salvavidas para muchos otros que deben desplazarse de un punto de la ciudad a otro en poco tiempo. Tan integrado se encuentra en las localidades más grandes del planeta que, incluso, parece haber existido desde siempre. Sin embargo, y como todo, el metro también cuenta con sus propios orígenes, historia e implantación, un transporte global que hoy en día puede verse en muchos países del mundo
¿Cuándo se creó el metro? ¿Cuál fue la primera ciudad que contó con este transporte subterráneo? La verdad es que pocos, a pesar de ser frecuentes usuarios y conocer el transporte desde siempre, podrían responder a estas preguntas. Sí que es verdad que se relaciona el nacimiento del metro con el Reino Unido aunque tampoco se sabe en qué circunstancias se creó.
Fue en la capital Londres, donde apareció el primer metro del mundo, denominado ‘Metropolitan Railway’. Antes, no obstante, cabe destacar un antecedente en Nueva York, un túnel suburbano abierto en 1844 que fue usado para trayectos de larga distancia, por lo que en esencia no sería considerado metro, pues éste se caracterizaría por unir unas determinadas zonas de un municipio y sus alrededores.
La creación del primer metro estaría muy relacionada con los avances y el desarrollo del ferrocarril en el Reino Unido. Sobre todo a partir de la construcción de las estaciones de destino en Londres, que permitían conectar la gran capital con localidades próximas.
No obstante, estas estaciones en vez de situarse en pleno centro de Londres, se construían a las afueras, por lo que en 1830 se empezó a plantear la necesidad de tener otro ferrocarril, en este caso subterráneo, que conectara el mismo centro con las estaciones de tren de las afueras, que a su vez unían Londres con las regiones de los alrededores. A esto habría que sumarle el intenso tráfico que en ciertos momentos del día ya existía en la capital, además de los beneficios que podrían tener las clases obreras con un ferrocarril barato que les pudiera desplazar desde los distritos de las afueras donde vivían hasta los trabajos.
Finalmente, sería en enero de 1863 cuando se inauguraría el metro de Londres, un primer día en que ya lo utilizarían nada más y nada menos que 40.000 pasajeros. Justamente ese mismo año se crearía, también, la primera línea de Nueva York, siendo hoy en día el transporte público más grande de EEUU con 475 estaciones de metro. 13 años más tarde, sería Estambul la ciudad que se uniría también a la moda de este transporte, aunque paradójicamente se convertiría en el metro más corto, con un trayecto de tan sólo dos minutos de duración.
Y tendrían que pasar muchos años para que el metro llegara a España. Sería la capital la que inaugurara el primer ferrocarril subterráneo en 1919, una red de metro que actualmente –al igual que ocurre con la de Nueva York- está considerada una de las más extensas del planeta con 432 estaciones. En 1922, el metro llegaría también a Barcelona. Así, poco a poco se iría convirtiendo este transporte en el más utilizado por todo tipo de personas: ir al trabajo cada día o llegar al centro de la ciudad en pocos minutos; en definitiva cualquier motivo sería buena excusa para desplazarse en metro, un transporte que en pleno siglo XXI sigue sin perder un ápice de su frenética actividad.
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