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Hachiko y los lazos que atan

Si vas a Shibuya, uno de los barrios más a la moda de Tokio, y no sabes dónde quedar, hay un lugar en el que seguro que no te perderás: pregunta por Hachikô. La estatua de uno de los perros más famosos del mundo es el punto de encuentro habitual en los alrededores de la estación de Shibuya, aunque a veces hay tanta gente que puede ser peor quedar allí. Sin embargo, merece la pena acercarse sólo para hacerse una foto junto a Hachikô.

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Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, aunque hay pocos que sean tan famosos como Hachikô. Después de la película de 2009 protagonizada por Richard Gere, pocos serán los que no conozcan la historia de este perro (creo que no hay nada protagonizado por Richard Gere que pueda no ser conocido). Sin embargo, la vida de Hachikô se remonta a la década de 1920, en Japón.

Hachikô fue recogido en 1924 siendo apenas un cachorro por Eisaburô Ueno, un profesor de la Universidad de Tokio con quien desarrolló un estrecho vínculo. Desde entonces, todos los días iba a esperar al profesor Ueno al volver del trabajo, delante de la estación de trenes de Shibuya… hasta que un día de 1925, Ueno sufrió una hemorragia y ya nunca más volvió.

Sin embargo, durante el resto de su vida Hachikô siguió yendo a la estación de Shibuya a esperar al profesor Ueno. Día tras día, año tras año, bajo el sol, la lluvia o la nieve, siguió esperando que algún día su amigo regresara. La gente que acudía a la estación y que había conocido a Hachikô se encargaban de alimentarlo y cuidarlo, y su lealtad conmovió a propios y extraños que lo apodaron chūken Hachikō, “Hachikô, el perro fiel”.

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En 1934 se erigió una estatua de bronce en su honor frente a la estación de Shibuya, la cual fue inaugurada en su presencia. Esta estatua se perdió durante la Segunda Guerra Mundial, pero en 1947 se erigió la actual. Cada año, el 8 de abril, Hachikô recibe un homenaje en la plaza de la estación, donde cientos de personas se reúnen para honrar su lealtad: una manera de recordar ese lazo invisible del que las personas deberíamos aprender.

Hachikô murió en 1935 y fue enterrado junto a la tumba de su amigo el profesor Ueno, aunque sus restos fueron recuperados para ser disecado y expuesto en el Museo de Ciencias Naturales del distrito de Ueno, en Tokio. Una decisión en mi opinión (totalmente personal) desafortunada, pues tras diez largos años de espera, lo mínimo que merecería Hachikô sería descansar eternamente junto a su querido amigo.

La fotografía de Hachiko está considerada de dominio público de acuerdo con el artículo 23 de la antigua ley japonesa de derechos de autor.

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