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Frederiksborg, el Versalles danés

La fama de Versalles hace que, a cualquiera que sea el palacio más esplendoroso de un país, se le compare con él. Dinamarca no es una excepción, y también posee su propio Versalles situado a pocos kilómetros de Copenhague: el palacio de Frederiksborg.

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No obstante, hay que reconocer que se lo merece, pues tanto los jardines como sus magníficos salones y estancias recuerdan al palacio francés (excepto por sus dimensiones, bastante más pequeñas). No puede decirse lo mismo del aspecto exterior, claramente más propio de la arquitectura flamenca. Pero es justamente la combinación entre estos dos estilos lo que le da a este palacio su encanto único.

Aunque el inicio de su construcción data de 1560, la mayoría del palacio fue realizado entre 1602 y 1620. Los arquitectos, los hermanos Steenwinckel, eran flamencos, y su influencia puede apreciarse claramente en la arquitectura exterior de Frederiksborg, de tejados puntiagudos. A pesar de su innegable belleza, el palacio cayó en desuso desde la muerte de Christian IV en 1648 hasta 1850, cuando Frederick VII volvió a instalar su residencia en él. Entremedio, dos siglos en los que sus magníficas estancias sólo se usaron para las ceremonias más importantes como la coronación del rey.

En 1859, un incendio destruyó parte del palacio, que fue reconstruido en parte por los fondos reales y en parte por aportaciones de particulares, empresas y asociaciones. Es por ese esfuerzo colectivo que se decidió darle una función más pública y así es como, desde 1878, Frederiksborg alberga el Museo de Historia Nacional. La visita al palacio nos lleva por las fantásticas habitaciones decoradas con mobiliario y obras de arte de los últimos 500 años de la historia de Dinamarca. Es un recorrido que vale la pena tomarse con calma, para admirar especialmente el enorme y ricamente ornamentado Riddersalen (Gran Salón).

Hay dos lugares que no puedes dejar de lado. El primero son los jardines del palacio: aunque no igualan la majestuosidad de los de Versalles, en días soleados resulta muy agradable pasear por ellos, siendo Dinamarca un país que no padece un clima tan riguroso como en el resto de Escandinavia. El otro lugar que no te puedes perder (aunque es difícil que lo hagas ya que forma parte del museo) es la Capilla de las Órdenes, una iglesia cuyo techo es una auténtica maravilla.

Un magnífico ejemplo de arquitectura flamenca en la frontera entre la Europa central y Escandinavia; Frederiksborg merece sin lugar a dudas el apelativo típico del Versalles de su país.

Fotografía de Kresten Hartvig Klit en la Wikipedia.

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