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El paraíso perdido: Shangri-La

Imagina un lugar perdido y aislado del resto del mundo, un lugar idílico del que no quisieras nunca marchar; donde la felicidad viniese de tu interior y no del exterior, donde sin nada material tu alma se viese colmada. Un paraíso perdido, un jardín eterno: ese lugar sería Shangri-La.

Este lugar idílico fue creado por la imaginación del escritor británico James Hilton, en su novela de 1933 Horizontes perdidos. Esta narra la historia de un grupo de ingleses que en 1931 se extravían mientras sobrevuelan el Himalaya en avión. Tras aterrizar en una meseta, llegan al misterioso valle de Shangri-La, un oasis en medio de la inhóspita cordillera. Un lugar idílico, donde reina la paz y la armonía.

Hunza valley river 460x296 El paraíso perdido: Shangri La

Muchos lugares sostienen haber sido la fuente de inspiración para Shangri-La. Uno de los que tiene mayores argumentos para ello es el valle de Hunza, en el norte del Pakistán: no sólo su paisaje encaja con la descripción del libro, sino que además Hilton lo visitó unos años antes de la publicación de Horizontes perdidos. Otras posibles localizaciones para Shangri-La se encuentran dispersas entre el Tíbet, Nepal y la Índia, pues según la novela el valle mítico se encontraba en las montañas Kunlun.

Sin embargo, más que un lugar físico Shangri-La es en realidad una metáfora de la búsqueda espiritual, un reflejo de ese oasis en el alma que muchos buscan y pocos encuentran. Resulta aún más claro si lo situamos en el contexto de entreguerras, máxime en los años de la Gran Depresión, a la que se llegó entre otros motivos a causa de un consumismo exacerbado. En Shangri-La el materialismo pierde todo sentido; no hay nada que poseer, pero a la vez, todo le pertenece al que llega allí.

Muchas culturas tienen su propia versión de Shangri-La, un paraíso en la tierra. Lugares así aún existen, perdidos en los valles del Himalaya; pero… ¿y en tu interior? ¿Sabrías llegar a Shangri-La, o… has emprendido siquiera el camino?
Imagen de Joe en la Wikipedia.

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