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El Belvedere de Viena, un palacio para la ostentación
Un espléndido conjunto de palacios y jardines en Viena
Viena es una ciudad fascinante, con multitud de palacios suntuosos que hoy en día bullen de turistas. Entre estos se encuentran los palacios del Belvedere; los cuales, un poco alejado del centro (puedes llegar alquilando un coche o en autobús), transmiten una sensación de mayor reposo. De hecho, el lugar fue construido precisamente para el reposo.
El Belvedere es un gran complejo situado en una de las colinas que rodean Viena. Se lo hizo construir en el siglo XVIII el príncipe Eugenio de Saboya como residencia de verano; el príncipe, hombre de gustos selectos, se vanagloriaba de no conformarse sino con lo mejor y el resultado lo corrobora: dos magníficos palacios de estilo barroco (el Belvedere Superior y el Belvedere Inferior), cuatro jardines (el patio del Belvedere Superior, el parterre de las esfinges, el jardín de setos y la orangerie) y unos establos de lo más lujosos.
El palacio más impresionante es el Belvedere Superior, que el príncipe destinaba a los actos oficiales. Sus lujosas salas (entre las que destacan las capillas y la Sala Carlone, decoradas con bellísimos frescos) albergan hoy en día colecciones de arte, la más importante de las cuales es la Galería Nacional. En el primer piso del edificio se encuentra el Gran Balcón, que regala impresionantes vistas sobre el resto del complejo.
De camino hacia el Belvedere Inferior atravesamos el jardín francés, cruzando primero el parterre de las esfinges (llamado así por las estatuas que lo flanquean) y adentrándonos, tras la gran fuente, en el jardín de los setos, ideal para disfrutar de un rato de quietud aun si no es muy grande. Así llegamos al Belvedere Inferior, menos suntuoso que su hermano pero con algunos espacios impresionantes como el Gabinete Dorado, una sala de color de oro con las paredes cubiertas de espejos.
El Belvedere Inferior es la entrada al complejo y también la salida, pero antes de marcharnos, conviene tomar un giro para visitar el ala lateral del complejo, que alberga la orangerie (un jardín de naranjos, muy de moda en el estilo barroco) y los establos de palacio, no menos lujosos que el resto del complejo. Y es que la verdadera ostentación del príncipe hacia sus invitados consistía en mostrar que sus caballos vivían con más lujo que ellos mismos.
Fotografía de Yair Haklai en la Wikipedia.
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