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Descubrir en Viena el verdadero sentido de tomar un café

Los viajes conllevan cansancio muchas veces por el cúmulo de horas que el turista se pasa caminando y recorriendo los lugares de interés de esa ciudad o país. En ocasiones, y cuando no hay más remedio, el visitante decide reposar y coger fuerzas en un bar, no sabiendo en cada caso qué deparará ese local o establecimiento de la ciudad. ¿Será caro? ¿Me entenderán cuando pida algo de bebida o comida? Las dudas acerca de los bares de ese país o localidad diferente a la nuestra siempre existen. Sin embargo, si viajas a Viena deberás parar obligatoriamente en uno de sus cafés, aunque no porque estés cansado o necesites degustar cualquier líquido o infusión. Los cafés vieneses son allí una especie de institución, un lugar al que han acudido diferentes personalidades de todo el mundo y en los que, sin duda alguna, conocerás lo que realmente significa tomar un café.

El café vienés es para la capital austríaca algo de vital importancia en la cultura local de la ciudad y el país. Aunque encontramos atractivos suficientes en la región –una de ellas, la Hundertwasserhaus, la considerada casa de las cien aguas por su fachada vanguardista, explicada en un post anterior-, los cafés en Viena son casi instituciones. En ellos es común ver como un cliente puede pasarse horas leyendo un simple periódico. Con éste, un café que irá acompañado de un vaso de agua fría de grifo que, en caso de alargarse la estancia allí será llenado las veces que haga falta. Por tanto, y casi como un ritual, la visita a cualquier café vienés irá siempre acompañada de un periódico, un vaso de agua y, por supuesto, un delicioso café.

La popularidad de estos locales no es nada actual. De hecho es por su tradición que algunos de ellos son considerados más un museo o monumento que un simple bar o cafetería de ciudad. Ya a finales del siglo XIX o principios del XX muchos personajes famosos –entre ellos destacaban intelectuales y escritores- frecuentaban los cafés vieneses, atraídos por el ambiente y la vida que discurría en ellos como si de un pequeño mundo se tratara. Éstos eran tan atractivos para ellos que incluso los escritores escribían sobre estos establecimientos: el diario de Karl Kraus fue escrito en cafés de la ciudad, así como poetas de la talla de Arthur Schnitzler o Alfred Polgar, unos intelectuales que en ese país, aunque no tan conocidos aquí, eran verdaderas representaciones del arte y las letras vienesas. El escritor Peter Altenberg, por su parte, consideraba hasta tal punto su casa un café, en concreto el llamado ‘Central’, que hacía enviar su correspondencia allí.

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Intentando pensar acerca de estos locales, cuesta creer que alguien pueda pasarse tanto tiempo en un café. En España, como si el propósito fuera ir al revés de Viena, la gente acude a los bares, toma el café mientras hojea la portada de algún periódico y, al poco tiempo, la cuenta ya está pedida y prácticamente el cliente ha abandonado el establecimiento. Allí no; las prisas se convierten en sosiego, en calma y en un momento agradable teniendo como marco una decoración también amable. A veces lujosos y extremadamente detallistas, otras más simplicistas y fríos. Sea cual sea el estilo del café vienés, si por algo se caracterizan es por ser totalmente acogedores, de los que cuesta abandonar por la comodidad que en ellos se encuentra. Sin duda será obligado tu paso por uno de ellos si visitas Viena, una experiencia impactante teniendo en cuenta la disparidad con los locales de nuestro país.

Fotografía de Andreas en Wikipedia

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