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Comillas, un sueño arquitectónico en la costa cantábrica

La población de Comillas, en la costa de Cantabria, es uno de los paraísos del norte de la península. Comillas fue en el siglo XIX una importante residencia veraniega de nobles. La razón se hace evidente al mirar fotografías o mapas: su privilegiada ubicación, a los pies de la Cordillera Cantábrica y a la vez al lado del mar, la convierte en un enclave de ensueño, especialmente para escapar al calor del verano.

No es de extrañar, pues, que el mecenazgo atrajera a renombrados arquitectos y diera lugar a impresionantes edificios. Comillas es un sueño arquitectónico en el que destacan especialmente tres edificios de finales del siglo XIX: el Palacio de Sobrellano, la antigua Universidad Pontificia de Comillas y la villa “El Capricho”.

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El edificio de la Universidad es el que más impresiona, pues se trata de uno de los más elaborados de toda España. Fue diseñado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, uno de los más renombrados representantes del modernismo catalán, en el que también colaboró Joan Martorell. El antiguo campus, sin embargo, ya no está dedicado a la docencia y es la sede de la Fundación Comillas, dedicada a la promoción de la lengua y la cultura.

Joan Martorell había sido previamente el encargado de diseñar el Palacio de Sobrellano por encargo del primer Marqués de Comillas. Este es un edificio de estilo neogótico con toques de influencia veneciana, usado antiguamente como residencia por los marqueses de Comillas y que actualmente alberga un museo de arte propiedad del Gobierno de Cantabria. Junto al palacio se encuentra también una capilla de estilo gótico con influencias inglesas, que recuerda a las iglesias de Gran Bretaña.

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Finalmente, la villa “El Capricho” es seguramente el edificio más singular de la localidad cántabra. Es obra del más famoso de los arquitectos catalanes, Antoni Gaudí, siendo este el único edificio que diseñó fuera de Cataluña, por encargo de un cuñado del Marqués de Comillas. Es una casa que parece de cuento, como todo lo que hizo Gaudí, con ricos mosaicos de colores y formas curvas, de ahí el apodo de “El Capricho” (el nombre real es Villa Quijano, el nombre de su dueño).

Comillas es, como vemos, no sólo un magnífico enclave para las vacaciones, sino que posee también un interesantísimo patrimonio arquitectónico que vale la pena conocer. Además, se halla a unos escasos 25 kilómetros de las Cuevas de Altamira. Así pues, tienes la seguridad de que un viaje a Comillas será completo.

Fotografías de Tony Rotondas y 555-Nase en la Wikipedia.

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