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Clavada de 695 euros a unos turistas japoneses por un par de platos de pasta y pescado y un helado en Roma

Seguramente muchos de los que leáis esto, estaréis de acuerdo con mi opinión: lo peor de Roma, son algunos romanos, y no por “malos”, sino por “listos”, que si no andas con un ojo, te meten unas clavadas que te dejan seco.

Hoy he visto en las noticias de la cuatro, que hace unos días a una pareja de japoneses le estafaron la friolera cantidad de 695 euros, incluida una generosa autopropina de 115 euros, por comerse un par de platos de pasta y pescado y un helado en un restaurante de la céntrica Plaza Navona en Roma, Italia.

Los pobres japoneses, a pesar de no enterarse de mucho porque no hablaban italiano, consiguieron hacerse oir y entender, y después de reclamar en el restaurante estafador, no lo dudaron ni un segundo y fueron a denunciar los hechos a la policía.

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Lo realmente importante de esta noticia, no es sólo que la policía cerró el local después de comprobar que efectivamente se trataba de una estafa, pues ese no era el precio de los platos que figuraba en la carta y además el local presentaba importantes irregularidades en cuanto a equipamiento e higiene; sino que a raíz de este hecho que alcanzó una notable repercusión mediática de ámbito internacional, la policía de Roma ha empezado una “cruzada” contra los timadores como medida para “lavar la imagen” de la ciudad, bastante estropeada por los continuos atropellos que año tras año llevan cometiendo con los turistas más inocentes.

A raiz de esto, en tan sólo 48 horas ya se habían sancionado más de 20 restaurantes, e imagino que la medida continuará al menos durante todo el verano. En las noticias de 4 decían además, que el gobierno italiano había mandado una delegación oficial a Japón, para intentar suavizar las relaciones con este país, después de que el incidente haya indignado notablemente a los “acaudalados” turistas japoneses.

… Y después me quejo, que a mis amigos y a mi, nos cobraron 25 euros por una simple ración de ricas gambas de Huelva en la terraza de un restaurante de una céntrica plaza de Sevilla, comparado con el palo que le metieron a estos en Roma, me da la risa.

Supongo, esto pasara en muchos otros destinos turísticos de todo el mundo y no solo en Roma, en los que algunos espabiladillos quieren hacer uno o dos veranos extras, a cuenta de algunos turistas, menudos sinvergüenzas.