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Castillo de Kronborg: el hogar de Hamlet

¿Oyes los susurros del fantasma de Hamlet?

La literatura tiene el poder de convertir los lugares en leyenda, los personajes en mito, y dotar al lugar más inhóspito de un aura cautivadora que hace bello incluso el páramo más severo e inhóspito. Kronborg, nombre austero para un castillo situado a las frías orillas del Mar Báltico, se torna místico cuando lo asociamos a su equivalente literario: Elsinore, el castillo de Hamlet.

Kronborg Castle 460x296 Castillo de Kronborg: el hogar de Hamlet

Tal fue el nombre que le dio William Shakespeare al escenario de una de sus obras más famosas. Este nombre ha estado ligado a Kronborg tanto como el real, hasta el punto que, por el segundo centenario de la muerte de Shakespeare, se representó en 1816 la obra en el mismo castillo y con la participación de los soldados del regimiento. Desde entonces se ha vuelto a representar muchas veces en el escenario en el que se inspiró: ¿acaso habría un lugar mejor?

Más allá de la leyenda, el castillo de Kronborg tiene el honor de ser uno de los tres únicos monumentos daneses que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (siendo los otros dos la Catedral de Roskilde y las runas de la iglesia de Jelling). Es, además, uno de los más importantes castillos renacentistas del norte de Europa. Situado en el extremo norte de la isla de Selandia, en la frontera actual entre Dinamarca y Suecia, Kronborg es un lugar yermo y azotado por los fríos vientos del Báltico.

Fue construido alrededor de 1420 por orden el rey Eric de Dinamarca, Noruega y Suecia, y su función original era servir de fortaleza aduanera en la entrada al Mar Báltico. No fue hasta 1585 que adquirió su actual aspecto, cuando Frederick II lo convirtió en un castillo renacentista que en su tiempo fue uno de los más singulares de Europa, pues al contrario que muchos edificios de este estilo no tenía rol de residencia sino que seguía siendo una fortaleza. Prueba de ello es que sirvió de prisión y que mantenía su guarnición de soldados, dándole un aire más severo que aquellos castillos franceses que servían más de palacio que para ejercer un control estratégico.

Y aunque se hubiera asemejado a ellos, poco habría quedado después del incendio que en 1629 lo devastó. El rey Christian IV puso grandes esfuerzos en restaurarlo y, aunque lo consiguió con el exterior, no así con el interior, que nunca recuperó su antiguo esplendor. Mientras uno recorre Kronborg, casi puede sentir los murmullos de los fantasmas, ya sea de personajes reales o literarios, que una vez deambularon por sus pasillos. ¿O será el murmullo del viento? Mejor pensar esto último…

Fotografía de H.C. Steensen en la Wikipedia.

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