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La Casa de los Dioses, un respiro en el camino

¿Dedicarías por completo tu vida a los demás?

Cuando más falta el aliento se agradece encontrar algo que te ayude a seguir caminando. Ya sea literal o metafórico, todos hemos sentido en alguna ocasión esa horrible sensación de querer tirar la toalla porque la –de nuevo- figurada o real pendiente puede más que nuestra voluntad de seguir avanzando. Una palabra de aliento, una caricia o un simple gesto de ánimo puede ayudarte a cargar pilas de tal modo que, casi siempre, acaba resultando más fuerte un espíritu positivo que cualquier otra circunstancia.

El protagonista de hoy es una persona de carne y hueso que hace unos años apostó por ayudar a seguir caminando a mucha gente. Un barcelonés decidió dejarlo todo y trasladarse hasta un punto de la que, sin duda alguna, es la ruta más popular de la Península Ibérica, el Camino de Santiago. Lo tenía todo en Barcelona: una vida con dinero, con un trabajo…; en definitiva, con lo que, por desgracia, únicamente valoramos hoy en día. Sin embargo, esta vida envidiable a ojos de mucha gente no le llenaba lo suficiente a nuestro protagonista, a pesar de que muchos pagarían hoy por tener una similar.

Y de la gran ciudad viajó hasta un rincón situado entre dos poblaciones leonesas, Santibáñez de Valdeiglesias y San Justo de la Vega, para empezar a hacer lo que realmente deseaba. El amor, que le guió para emprender esta aventura, le ha ido acompañando durante todo el tiempo en que ha permanecido ahí, pendiente de los peregrinos que ya considera casi suyos. Así, una caseta junto a una nave agrícola abandonada le fue suficiente para cambiar el rumbo de su vida drásticamente, una vida ahora dedicada a los demás y en concreto a unos pocos, a los valientes que deciden realizar el Camino de Santiago.

Para algunos, es un simple punto de descanso después de una pendiente de unos 500 metros en los que difícilmente es imposible no fatigarse. Para muchos otros es algo más, un rincón de la sabiduría y del amor, un puestecito cargado de optimismo en el que su propietario ha querido plasmar lo que para él tiene sentido en la vida. Y es que el barcelonés en cuestión, desde el verano de 2009, ofrece gracias a esta pequeña caseta un zumo, una limonada, unas galletas o un trozo de bizcocho entre otras muchas cosas. Todo esto es para el peregrino, de forma gratuita.

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El barcelonés, que fue empresario en épocas pasadas, montó este puesto en pleno Camino de Santiago después de realizar una ruta a pie por toda la Península, durante dos meses y sin recursos. Fue entonces cuando descubrió que su verdadero deseo en la vida era dar servicio a otra gente, por lo que definitivamente se trasladó a vivir a esta zona.

De esta manera, el catalán se despierta todas las mañanas bien temprano y prepara esta pequeña caseta, llamada por él mismo y por la gente que lo conoce como ‘La Casa de los Dioses’. Únicamente la abandona cuando se dirige a Astorga para comprar suministros con el dinero que suelen dejar los peregrinos, una voluntad que el hombre invierte en seguir ayudando a caminar a futuros peregrinos.

Decorada con algún que otro corazón, La Casa de los Dioses es más que un pequeño refugio donde descansar o alimentarse. Con el mensaje de que lo que realmente prevalece en la vida es el amor y el compartir, la Casa de los Dioses se erige como uno de los lugares más especiales del Camino de Santiago, aunque también podría serlo de cualquier camino, pues todos necesitan de una mano amiga en la que apoyarse en un determinado momento. De esta manera, y mientras que el hombre ha encontrado en La Casa de los Dioses su forma de continuar caminando, ayuda, días tras día, a seguir caminando a los demás.

 

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