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Bruselas, Tintín y el cómic

‘Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio’ llega a la cartelera española. Es la excusa perfecta para recorrer Bruselas, la ciudad de su creador Hergé, en busca de las huellas del personaje del flequillo.

Bruselas se caracteriza por varias cosas: la cerveza; el olor a gofre y chocolate que inunda sus calles; la majestuosa Grand-Place, el Manneken-Pis e, indudablemente, el cómic. Lo que sucede es que los murales dedicados a los personajes de tiras cómicas se mimetizan de tal forma con los muros de los edificios que a veces uno puede pasar a su lado y no verlos. Por eso dicen que el cómic está dentro de la ciudad y que ésta, a su vez, está dentro del cómic.

Bélgica es el reino del noveno arte gracias a los más de 700 dibujantes que durante el siglo XX se consagraron a esta disciplina. De allí han salido personajes tan conocidos como Tintín, al que Steven Spilberg dedica su última película; Lucky Luke, los Pitufos que tiñeron de azul el pasado verano, Billy the Cat, Spirou… y muchos más que siguen habitando las arterias de la capital, para delicia de grandes y pequeños.

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Nada más divertido que patear sus calles en busca de los más de 40 murales que han tomado las paredes de los edificios. Al parecer, esta iniciativa surgió en los años 90: el propietario del bar Platesteen, en la calle del mismo nombre, cansado de los graffitis que los vándalos realizaban día sí y día también en la pared de enfrente de su establecimiento, encargó unos dibujos a unos artistas. La ilustración gustó tanto que fue el pistoletazo de salida a un movimiento que fue creciendo.

Por ejemplo, cerca del Manneken-Pis pueden verse dos murales: en la calle de l’Etuve está Tintín, Milou y el capitán Haddock huyendo raudos y veloces por una escalera de incendios (reproducción de una imagen de El caso Tornasol) y, unos metros más allá, en la calle du Chêne, Olivier Rameau y Dany disfrutan de los fuegos artificiales que, sin duda, salen de la tienda situada justo al lado del mural…

Lucky Luke y los galos Astérix y Obelix se dan cita en la calle de la Buanderie, Billy The Cat en la calle d’Ophem, Blake y Mortimer en la de Houblon, los pillos Boule et Bill en la calle du Chevreuil, muy cerca de uno de los mercadillos más animados de la metrópoli y que se celebra todos los días, salvo los lunes, en la plaza du Jeu de Balle, en el barrio de Marolles.

La estación de Stockel

Tintín, que junto con los Pitufos nació en la calle del Lombardo (allí se encontraban las ediciones du Lombard que fueron quienes empezaron a publicarlo), es el personaje más reproducido en paredes y otros soportes. Se le puede ver en el metro, como por ejemplo en la estación de Stockel y en la famosa Gare du Midi, en un enorme mural en la que el protagonista está subido encima de una locomotora, una imagen extraída del cómic Tintín en América.

Pero, sin duda, el Centro Belga del Cómic es la cita ineludible para conocer cómo surgió este héroe juvenil (sus primeras aventuras se publicaron en 1929 en un pequeño periódico católico ultraconservador, Le XXe Siècle) y a su creador, Hergé. Esta particular pinacoteca ocupa un majestuoso edificio (que antiguamente fue tienda de tejidos) y atesora más de 90.000 referencias relacionadas con el cómic. Allí conocerá todo el proceso de creación de una tira cómica: cómo se hace un guión, qué hace el rotulista, cómo se imprime… y por supuesto, se hará con los secretos mejor guardados de Hergé, porque, por ejemplo, ¿sabía que el nombre de la primera novia de Hergé fue… Milou?

Vía/ OchoLeguas

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