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El Ampelmann, 50 años desde la Alemania comunista
¿Has viajado a Berlín y no has comprado un souvenir del Ampelmann?
Seguramente sea el muñeco de semáforo más famoso del mundo. Acostumbrados a los anodinos personajes que iluminan los pasos de peatones de muchas ciudades del planeta, viajar a Berlín es toparse con unas simpáticas figuras que dirigen el tráfico y que, a su vez, ocupan espacio en la mayoría de estanterías de las tiendas de souvenirs de la capital alemana. Es el Ampelmann, en alemán ‘hombrecillo del semáforo, que esta semana cumple 50 años.
Como en todos los semáforos, existe la figura verde, que permite el paso del peatón o el vehículo, y la roja, que señaliza la prohibición de cruzar. El Ampelmann verde es quizás el más representativo, mostrando un hombre con una pierna avanzada como si estuviera en pleno proceso de caminar; por el contrario, el rojo muestra sus brazos extendidos simbolizando la prohibición de seguir el paso.
Y cumple 50 años porque nació en la ya extinta Alemania comunista gracias al psicólogo Karl Peglau y a su crítica contra los semáforos convencionales por ser del todo inútiles para aquellos incapaces de distinguir los colores. El psicólogo, por tanto, era partidario de introducir figuras geométricas que representaran lo que las luces hacían aunque comprensible para todo el mundo. Aunque en un primer momento no tuvo éxito la propuesta de Peglau por el coste de cambiar todos los semáforos de Berlín, finalmente, y gracias a los dibujos que elaboró la secretaria del psicólogo, nació el Ampelmann.
Exactamente, ocho años hicieron falta para ver los primeros Ampelmann en los semáforos. Y cuando parecía que esta graciosa figura estaba consolidada en la Alemania Oriental, tuvo lugar uno de los episodios más importantes de la historia contemporánea, la caída del Muro de Berlín y la posterior reunificación de las dos “Alemanias” un año después (1990). Fue entonces cuando todos aquellos símbolos de la Alemania comunista empezaron a eliminarse, entre los que obviamente se encontraba el Ampelmann, que comenzó a desaparecer y a ser substituido por los típicos semáforos occidentales.
No obstante, si hoy en día los Ampelmann se encuentran en la mayoría de semáforos alemanes y se han convertido en un icono del país es gracias al diseñador Heckhausen, que reivindicó el Ampelmann convirtiéndolo casi en un objeto de culto. Con la intención de luchar contra la que sin duda era una cruzada contra el Ampelmann, el diseñador empezó a fabricar los primeros productos del hombrecillo, que pronto cosecharían mucho éxito y empezarían a ser un símbolo turístico del país. Y gracias a él, en 1997 volvieron a instalarse muchos de los semáforos retirados y otros nuevos, ya no sólo en todo Berlín sino también en otras ciudades alemanas como Colonia o Dresden, donde el Ampelmann es una mujer y no un hombrecillo.
50 años de historia que esta semana se cumplen y que, obviamente, han de ser reconocidos. Y es que el Ampelmann no es sólo un semáforo: en cualquier comercio, producto o souvenir el hombrecillo está presente, como si de un héroe alemán se tratara. Y es que esta especie de héroe al final del año ayuda a recaudar miles y miles de euros gracias a que el turismo lo ha convertido en el símbolo más simpático de la capital alemana.
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