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Un remanso de paz en Florencia
Si buscas un remanso de paz en Florencia, lejos del bullicioso centro histórico de la ciudad, dirígete a los Jardines del Boboli. Bueno, en realidad ni están lejos ni están fuera del centro histórico, pero su ambiente tranquilo los hace parecer más alejados de lo que realmente están, aunque depende de la hora también puede haber demasiada gente: el mejor momento para ir es cuando quedan un par de horas para que cierren.
Los Jardines del Boboli fueron realizados por orden de Cosimo I de’ Medici, Gran Duque de la Toscana, para su esposa Leonor de Toledo. Los Medici fueron la familia más poderosa de la Toscana y señores absolutos de Florencia desde el siglo XV hasta el XVII, así como unos grandes mecenas que financiaron muchas de las obras de las que ahora se enorgullece la ciudad. A mediados del siglo XVI adquirieron el Palazzo Pitti, situado al lado de los jardines (el cual se puede visitar también) y Cosimo I ordenó la construcción de un jardín en un estilo completamente nuevo, que imitase la naturaleza de la época grecorromana.
Y es que la sensación que transmiten los Jardines del Boboli es la de haber viajado en el tiempo hasta épocas antiguas. Esto se debe sobre todo a las numerosas estatuas de estilo grecorromano y renacentista, así como los estanques que pueblan el jardín, siendo los más famosos el estanque del Isolotto (el islote) y la Fuente de Neptuno. Otro de los elementos característicos de este jardín son las grutas, pequeñas fuentes excavadas en roca y decoradas en el interior por elaborados relieves, muchos de los cuales recrean escenas mitológicas o bíblicas. Los caminos avanzan zigzagueantes, cubiertos por las ramas de los árboles, mientras que la avenida sube hasta el gran mirador que da al anfiteatro, con el Palazzo Pitti al fondo.
Los Jardines del Boboli son el lugar ideal para ir a relajarse, ya sea por ocio o con algo que hacer, como leer. Siempre habrá un rincón en el que podrás estar tranquilo, eso sí, procura no relajarte demasiado y estate atento a la hora… no vaya a ser que te cierren las puertas.
