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De Siberia a la China en el Transiberiano

Seguramente, el nombre de Siberia evoca a todos la imagen de la tundra, viento, nieve y mucho frío. La mayoría de los que cruzan estas tierras prefieren hacerlo en tren, a bordo del famoso Transiberiano, una de las rutas ferroviarias más largas del mundo junto con el Orient Express; trenes que cruzan un continente entero y que, en el caso del Transiberiano, con la dificultad añadida de las duras condiciones del terreno y el clima.

Transiberiano 460x323 De Siberia a la China en el Transiberiano

Con una extensión de casi 9.300 Km, el Transiberiano se inauguró en 1904. Unía Moscú con Vladivostok, en los confines orientales del imperio ruso, en una ruta que precisaba muchos días de viaje; aun hoy en día, con maquinaria más moderna, se requieren entre seis y siete días (dependiendo de las paradas que haga), lo que convierte el Transiberiano en la línea ferroviaria continua más larga del mundo. Se construyó tomando como referenciala Ruta de Siberia, un antiguo recorrido utilizado por los mercaderes que transportaban té desde China a Rusia.

La ruta del tren conecta con el Transmachuriano, una línea que atraviesa el noreste de la China, y el Transmongoliano, un ramal secundarios. El primero se desvía de la ruta principal en Társkaya y después sigue hasta Pekín a través de China, mientras que el segundo se desvía en Ulan Ude hacia la capital mongola de Ulan Bator, para después proseguir también rumbo a Pekín. Muchos años más tarde, en 1991, se completó otra línea (Ferrocarril Baikal-Amur) que toma la ruta de la orilla norte del Lago Baikal hasta Jabárovsk, un recorrido considerado peligroso por atravesar zonas conflictivas.

La encanto del Transiberiano se encuentra en las tierras salvajes y los paisajes tan diversos que atraviesa, desde la tundra siberiana hasta los valles fluviales de la China, pasando por la gran estepa de Mongolia y el Desierto de Gobi, maravillando al viajero a cada etapa. Un recorrido que puede resultar hermoso desde las ventanas del Transiberiano, pero que antiguamente se hacía en condiciones mucho más duras: sin trenes ni automóviles, la única manera de recorrer la ruta era a lomos de los camellos de Bactriana, originarios del Desierto de Gobi y acostumbrados a las durísimas condiciones del frío siberiano.

Hay que decir que, al contrario que su primo europeo (Orient Express), el Transiberiano no es un tren panorámico y no dispone de las comodidades de este, empezando por los grandes ventanales; aunque sí posee un vagón restaurante, imprescindible dada la duración del viaje. Así pues, quienes esperen disfrutar de una experiencia de lujo es mejor que suban a otro tren.

Fotografía de InvictaHOG en la Wikipedia.

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