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Los Molinos de viento que enloquecieron a Don Quijote

¿En qué lugar de La Mancha se conservan mejor los molinos?

 “Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”.

Archiconocidos por todos los españoles, los Molinos de La Mancha son casi una institución en algunas regiones de la comunidad manchega, donde predominan y saludan desde las carreteras a los viajeros que se introducen por estas llanuras interminables. La obra de Cervantes consagró a estos edificios como espectaculares monumentos que, aún hoy, se conservan a la perfección.

molinos 460x345 Los Molinos de viento que enloquecieron a Don Quijote

Fue en el siglo XI cuando apareció el molino de viento. Sin embargo, en La Mancha no se levantaron hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVI. Cinco siglos después, uno de los mejores miradores que existe para observar estos gigantes contra los que quería luchar Don Quijote es la región de Consuegra. Ésta, situada entre las comarcas naturales de La Mancha y los Montes de Toledo, pertenece a esta última provincia, limitando casi con Ciudad Real.

Y Consuegra se trata de uno de los mejores lugares para admirar los molinos de viento puesto que en el cerro Calderico, perteneciente a la región, 12 molinos –de 13 originales- se conservan tan notablemente que algunos siguen incluso en funcionamiento, aunque obviamente no con las mismas funciones que cinco siglos atrás.

Antes de visitar los molinos de viento deberás darte un paseo por el centro de Consuegra, un pueblo eminentemente manchego que guarda una serie de tradiciones arraigadas durante siglos. Su patrimonio monumental y su pasado medieval cristalizan en sus plazas, calles e iglesias, además de sus fiestas, entre las que destacan la Rosa del Azafrán celebrada en noviembre y la Consuegra medieval, en agosto.

Y volviendo a los molinos de viento, cuatro de los doce molinos conservan la maquinaria en perfectas condiciones. Son el Sancho, el Rucio, el Bolero y el Espartero. El Molino Sancho, apodado así por razones obvias, posee aún la maquinaria del siglo XVI y, durante la Fiesta de la Rosa del Azafrán, adquiere mayor protagonismo. Y es que en esta celebración, que tiene lugar el último fin de semana de octubre, el Molino Sancho abre algunos ventanillos y realiza la Molienda de la Paz, un simbólico acto en el que se convierte el trigo en harina y se reparte en saquitos entre todos los visitantes, entre los que se incluyen personalidades destacadas del mundo de la cultura y la comunicación.

Otros molinos como el Bolero,  por ejemplo, sirven de oficina de turismo; el Rucio, cuenta con una exposición de vinos; el Espartero, por el contrario, guarda en su interior una exposición de artesanía toledana…Un patrimonio material que no debería perderse por muchos siglos más que pasaran. 

Fotografía de Wikipedia

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